Se percibía un ambiente extraño aquella noche de mayo. La atmósfera resultaba tan rara… Demasiado silencio en las siempre alborotadas calles de Móstoles. Quizá un mudo presagio de algo funesto. Todo estaba en calma. No se notaban ni los insectos. La luna se mostraba casi llena. Las estrellas quedaban apenas visibles por una bruma inquietante. Cuando Vicente Cortés atravesó el portal y observó todo sintió un fuerte escalofrío. Con paso inseguro comenzó a patear las calles con la tenue luz de su lámpara. De repente se percató de aquellas letras en la pared escritas con sangre. Asustado fue corriendo a avisar al comisario. Al regresar observaron atónitos cómo había desaparecido la advertencia. Un fuerte golpe se escuchó en toda la ciudad. Se repitió hasta tres veces más. En grupos marcharon a investigar qué pasaba sin saber que esa sería su última misión. La venganza se cumpliría aquella fatídica noche.